viernes, 22 de marzo de 2019

Ciego Nuevo

Quizá avanzar a tientas no es retroceder, quizá solo sea tropezarse con los miedos y las frustraciones mientras se avanza. Quizá sea caminar en círculos, quizá, sea avanzar con precaución, quizá sea retroceder un poco. No lo sé.
Uno, que nunca ha sido ciego, hasta ahora, adelanta las manos y abanica el viento y trata de tocar en los poquísimos objetos que hay entre la oscuridad alguna cosa, una mesa, una silla incluso alguna puerta que me lleve hacia algún lado.
Anoche, para ser preciso, ayer por la tarde, contuve la angustia de ciego nuevo y me quedé en silencio, esperaba escuchar entre la oscuridad, el aleteo de una mariposa, las patas pegajosas de una araña (Ariadna), la respiración del Minotauro o que alguna puerta se abriera o se cerrara a lo lejos. Nada, no escuche nada!
Algunos días, sobre todo en la mañanas, un viento cálido me roza la espalda. Me quedo quieto dos segundos, y luego me levanto y corro desesperado hacía el lugar de donde creo que viene el viento y entonces tropiezo, una y otra vez, con quien sabe que cosas y doy vueltas en el piso y me golpeo la frente con alguna de las paredes de este negro dédalo. Entonces, todo vuelve a ser silencio, no hay certeza. 
Me pregunto si de verdad soy un ciego nuevo, si estoy enredado en un sueño larguísimo del que un día despertaré o si con alguna perversa intención alguien me colocó en este dédalo en lugar del Minotauro, si podré salir un día.
Por el momento, no me queda otra que seguir el camino del hilo rojo de Ariadna con la convicción de salir de aquí algún día. Quizá sea éste el ovillo más grande del mundo o el hilo más enredado, pero hoy pienso, que no debo perder la esperanza.
...

Poseidón, dame las fuerzas que le diste a tu hijo Teseo para que no se desviara del camino, déjame seguir el hilo rojo y permíteme como a él, derrotar de una sola vez al Minotauro, volver a Atenas a los brazos de mi amada Ariadna. 

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